He tenido unos cuantos smartphones en mi vida, todos con pantallas de menos de 4 pulgadas. Siempre he pensado que ese es el tamaño perfecto para un teléfono. Los textos y fotos se ven perfectamente (usad el zoom!), el peso no es muy alto y llegas a todas las partes de la pantalla con una sola mano.
Antes, todos los teléfonos eran así. Todos veíamos como un avance que los “ladrillos” de los noventa se fueran convirtiendo paulatinamente en teléfonos que si cabían en el bolsillo del pantalón. Teléfonos que si podíamos llevar a correr. Teléfonos a los que la batería les duraba más de un día (y más de dos). Teléfonos que no lo eran todo en nuestra vida.
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